viernes, 25 de enero de 2013

Texto de John Rawls.

Aunque la sociedad sea una empresa cooperativa, está igualmente caracterizada tanto por un conflicto de intereses, como por una identidad de los mismos. Existe una identidad de intereses dado que la cooperación social hace posible para todos una vida mejor que la que cada uno podría tener si tuviera que tratar de vivir únicamente gracias a sus propios esfuerzos. Existe un conflicto de intereses dado que los hombres no son indiferentes a la manera como habrán de distribuirse los mayores beneficios mediante su colaboración, ya que con objeto de promover sus fines, cada preferiría una porción mayor que menor. Serán necesarios, pues, ciertos principios para escoger entre las varias configuraciones sociales que determinan esta división de ventajas y para suscribir un acuerdo acerca de las porciones distributivas correctas.

A.¿Qué caracteriza a la convivencia social?

  Esta caracterizada tanto por un conflicto de intereses, como una identidad de los mismos.
B.¿Qué solución propone el autor ante el conflicto de los intereses entre los individuos?
   La solución es la justicia.

Texto de Hobbes.por los motivos


El único modo de erigir un poder común capaz de defenderlos de la invasión extranjera y las injurias de unos a otro (asegurando así que, por su propia industria y por los frutos de la tierra, los hombres pueden alimentarse a si mismos y vivir en el contento), es conferir todo su poder y fuerza a un hombre o auna asamblea de hombres, que pueda reducir todas sus voluntades, por pluralidad de voces, a una voluntad. Esto es más que el consentimiento o concordia; es una verdadera unidad de todos ellos en una e idéntica persona hecha por pacto de cada hombre con cada hombre, como si todo hombre debiera decir a cada hombre: autorizo y abandono el derecho de gobernarme a mi mismo, a este hombre, o a esta asamblea de hombres, con la condición de que tú abandones tu derecho a ello y autorices todas tus acciones de manera semejante. Hecho esto, la multitud así unida en una persona, se llama República, en latín civitas. Esta es la generación de ese gran Leviatán o más bien de ese Dios mortal a quien debemos, bajo Dios inmortal, nuestra paz y defensa.

A.Enumera los motivos por los cuales resulta ventajoso realizar un pacto social.

   Para evitar injurisas de unos a otros y defendernos de la invasión extranjera
B. ¿En qué consiste el acuerdo?
   Es conferir todo su poder y fuerza a un hombre o asamblea de hombres. que pueda reducir todas las voluntades a una sola voluntad.
C.¿Cuál es el precio que hay que pagar por delegar el poder en una persona o asamblea?
   Autorizar y Abandonar el derecho de gobernarse a si  mismo 
D.¿Qué es un Leviatán?
  Es un Dios al que debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y defensa. También es una bestia marina del antiguo testamento. Hobbes tiene un libro el cual lleva el título de Leviatán y trata sobre el estado.

viernes, 18 de enero de 2013

El buen salvaje


Rousseau describe al hombre el estado de naturaleza tal y como él lo
concibe en Discurso sobre la desigualdad entre los hombres. En este discurso se
nos describe la constitución física del hombre natural, que demuestra que éste es
un ser individual, no social, particularmente bien adaptado. Rousseau cree que el
hombre al volverse social se vuelve débil, temeroso y rastrero. En este
fragmento Rousseau aboga por la medicina mientras que los médicos serán
brutalmente atacados en el Emilio, puesto que opina que es la naturaleza la que
cura, no los hombres. Mientras que los  pueblos salvajes de que hablan los
relatos de viajes conservan rasgos del hombre natural. En este ensayo también
hace una descripción de los rasgos físicos del  hipotético hombre natural para
pasar ha describirnos la psicología de éste, cuyos rasgos fundamentales son la
libertad, la perfectibilidad, y la ausencia de razón, imaginación y pasión. Hace
hincapié en la idea de que el estado de naturaleza es un estado de equilibrio, es
decir, que nada le lleva necesariamente  al estado civilizado. Al hablar de la
libertad del hombre natural alude a Montaigne y su ensayo  “Sobre la
desigualdad que hay entre nosotros”,  Algunos filósofos (Montaigne) incluso han
afirmado que hay más diferencia entre tal hombre a tal otro, que de tal hombre
a tal bestia; no es pues, tanto el entendimiento que distingue específicamente al
hombre de entre los animales, como su calidad de agente libre. Además para
Rousseau  si el hombre natural no tiene razón, ni pasión, no tiene por tanto
historia, no puede tener ni memoria, es decir, acumulación del pasado, ni
imaginación, que permite la anticipación del futuro. Por eso en el  Emilio, el
preceptor intentará retardar al máximo la eclosión de la imaginación, que crea
necesidades y engendra deseos, y cuando  ésta aparece, intentará encaminarla
hacia la virtud. De la descripción del  hipotético estado de  naturaleza, extrae
ahora Rousseau dos conclusiones respecto a la esfera moral: si en este estado de
naturaleza no existe la sociedad, no existe la moralidad. Asimismo, si tampoco
existe reflexión, no se puede distinguir el bien del mal; dicho en otras palabras,
el hombre natural es inocente. El conocer el bien o el mal morales supone
relación con el otro y reflexión. El hombre natural, así como el niño, posee una
inocencia primitiva. En el libro I del  Emilio, entre otros lugares desarrolla
Rousseau esta idea, que también habían sostenido Hobbes y Espinosa. Pero ello
no impide, según Rousseau que exista un sentimiento natural que es el que lleva
la virtud al hombre civilizado: la piedad. Pero conviene distinguir que la piedad
suscitada por los espectáculos es de signo diferente a la natural, teniendo un
cariz perverso. Al hablar sobre la sexualidad Rousseau nos muestra una fugaz
sexualidad al servicio de la reproducción en el estado de naturaleza, que
contrasta con una descripción hiperbólica de  sexualidad teñida de agresión en el
estado civilizado.  
     Emilio o de la educación es un tratado filosófico sobre la bondad natural
del hombre. Dada la lamentable situación de la enseñanza en la época, el
autodidacta Rousseau se hallaba   en condiciones inmejorables para abordar un
sistema educativo basado en la naturaleza y la experiencia, y no en prejuicios,  caminos preconcebidos y rutinas. Rousseau  crea en Emilio un alumno de
laboratorio sobre el que reflexiona, y  por tanto experimenta, situándolo y
situándose en medio de la sociedad,  del movimiento de los seres vivos,
sometidos por tanto a variación, y de unas circunstancias sociales concretas.  
   El “fenómeno” Rousseau es hijo de la ilustración francesa, del racionalismo y
de los sentimientos prerrománticos por la naturaleza. En  Emilio clama una
vuelta a la naturaleza. Rousseau no defiende al hombre burgués sino al que a
veces llama el hombre natural; y su  política educativa se presenta como  de
acuerdo con la naturaleza. Esto puede entenderse de dos maneras. Una, por
naturaleza podemos entender como son las cosas en el mundo de la experiencia
sensible. Se trata aquí de la naturaleza en el sentido en que las rocas y los
árboles son parte de la naturaleza, el sentido en que un niño es un objeto natural.
En tal caso, seguir el curso de la naturaleza sería equivalente a tratar al niño
como un animal humano, de acuerdo con las leyes de su crecimiento. Rousseau
deseaba que se centrara la atención en el niño en cuanto a tal niño. La infancia
debería ser un tiempo en el que el niño viviera una vida de sensaciones más que
de conocimientos un periodo de conciliación con el mundo natural. La otra
noción se refiere a la naturaleza contrapuesta a lo social. En el discurso tratado
Rousseau ha defendido la idea de  que el hombre no ha mejorado con la
civilización sino que en el estado de naturaleza presocial era más feliz que el
hombre civilizado de la sociedad. La naturaleza original del hombre es buena, la
corrupción la produce la sociedad. Esta doctrina implica que para regenerar al
hombre hay que librarle de las limitaciones arbitrariamente impuestas por la
sociedad de forma que la bondad natural del individuo pueda manifestarse. La
misma doctrina sirve para afianzar la concepción de Rousseau sobre la
educación de los niños. Se parte del  supuesto de que el niño es bueno por
naturaleza, de forma que todo lo que se necesita para su formación es una
actitud de pasividad vigilante por parte del educador. Emilio crece en el campo,
lejos de la ciudad. Será tan libre como la situación se lo permita. Sólo contará
con el control que le impone sus propias limitaciones. Durante este tiempo,
Emilio no sufrirá la coerción de las convenciones meramente sociales. Estas
pesarán sobre él cuando sea un hombre, pero para entonces su bondad natural se
habrá desarrollado, y  aunque tenga que vivir en una sociedad corrompida, no
dejará que ésta le corrompa a él. Será el salvaje que pueda vivir en la ciudad.

El hombre es bueno por naturaleza

Póngase en situación: Segunda Guerra Mundial. Un grupo de judíos huye de la persecución de las SS. Tratan de buscar un escondrijo entre las ruinas de una casa semiderruida y esquivar a sus perseguidores, pero uno de los niños del grupo no deja de llorar. Si los nazis lo oyen, los matarán a todos. ¿Qué hacen? ¿Abandonan al niño? ¿Le tapan la boca hasta asfixiarlo para que no los delate con sus lloros? Piense que está en juego la vida de varias personas. ¿Qué? ¿Ninguna de las dos opciones le parece aceptable?

No se preocupe. La situación anterior es real, se produjo durante la II GuerraMundial, y es un buen ejemplo de dilema moral clásico. Usted, como lamayoría, se quedaría de brazos cruzados, paralizado por el miedo y la angustia que le causaría tener que tomar una decisión. Y, desengáñese, no sería capaz de hacerlo, a pesar de que, desde un punto de vista lógico o útil, sabe que tiene más sentido sacrificar la vida de una persona para salvar muchas. Sin embargo, infligir daño a un semejante es tan reprobable que anula nuestro pensamiento racional y nos produce una especie de repulsión natural, de rechazo. ¿Y eso por qué? Si nos habían dicho que el ser humano es un lobo para el ser humano, que somos criaturas egoístas, crueles y capaces de barbaridades. Entonces, ¿por qué incluso en situaciones que pueden ponernos en peligro seríamos incapaces de tomar esas decisiones? ¿Será porque, quizás, en el fondo, somos seres altruistas y cooperadores –buenas personas, vamos– por naturaleza? ¿O puede que sea porque nos han enseñado que matar a otra persona es horrendo e inaceptable? Quizás esta última ha sido la idea que ha imperado cientos de años, que la moral o la ética era una forma de control que desarrollamos en función de nuestra experiencia, de la educación, y que está sometida a variaciones de una sociedad a otra.

No parece ser así. Numerosos experimentos han demostrado que buena parte de nuestras intuiciones son inconscientes, involuntarias y universales. Sabemos que matar, robar y violar está mal, da igual si somos franceses, polinesios o de Ecuador. Incluso los niños pequeños sospechan que si pegan a otros niños o les quitan sus juguetes los reprenderán, pese a no tener educación formal. Demos un paso más: ¿se han fijado alguna vez en la conducta de un perro? En ocasiones tienen ciertos comportamientos que recuerdan a la moral humana. ¿Y entonces? 

"Nacemos con un instinto moral, una capacidad que crece de forma natural en cada niño, desarrollada para emitir juicios rápidos sobre lo que es correcto o incorrecto y basada en unos procesos que actúan de forma inconsciente. Parte de este mecanismo fue diseñado por la mano ciega de la selección darwiniana hace millones de años antes que nuestra especie evolucionase.Otros aspectos fueron añadidos o actualizados durante la historia de nuestros antepasados y son exclusivos de los humanos y su psicología moral", afirma Marc D. Hauser, profesor de psicología de la Universidad de Harvard y autor del libro La mente moral. Cómo la naturaleza ha desarrollado nuestro sentido del bien y del mal (Ed. Paidós. Barcelona, 2008) y quizás uno de los expertos más importantes en el estudio del comportamiento. Es el principal exponente de una nueva corriente científica que se ha aventurado en un territorio hasta ahora reservado a los filósofos: las cuestiones sobre el bien y el mal, la bondad o la maldad intrínseca del ser humano.

Las reflexiones de la ciencia no son nuevas, pero sí las herramientas y métodos que usan para analizarlas: se basan en la biología evolutiva y echan mano de la tecnología de imagen cerebral para diseccionar en el laboratorio todas esas intuiciones morales.

Este científico ha realizado experimentos con voluntarios de diferente edad, sexo, condición social, cultura y religión, a los que les preguntaba si estaría bien, por ejemplo, extraer a una persona viva sus órganos para salvar a otras cinco que necesitan un trasplante.Osi, tras naufragar el barco en el que viajan, echarían por la borda a un compañero herido que pone en peligro la seguridad del bote salvavidas. El resultado de esos estudios era fascinante, ya que demostraba que todos compartimos una especie de principios universales, de lógica innata, que subyacen en nuestros juicios morales sobre lo correcto o incorrecto. El 97% de los entrevistados fue incapaz de matar para extirpar los órganos y de arrojar al herido al mar. ¿Sorprendido?

Hauser y otros tantos investigadores consideran que venimos preparados de serie con una serie de circuitos que nos permiten asumir el control de los dilemas morales. "Tenemos un órgano de la moral innato, como tenemos el órgano del lenguaje –explica Arcadi Navarro, profesor de investigación del ICREA y vicedirector del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC)–. 

Es como si nos viniera montado el hardware, que nos permite darnos cuenta de las reglas morales, y de la familia y del resto de la sociedad fuéramos recibiendo el software". Por tanto, los sentimientos de justicia o moral, o de empatía, no serían del todo culturales o aprendidos y tendrían base biológica. Hauser se basa en la idea del lingüista y filósofo Noam Chomsky, de que los niños al nacer tienen un patrón lingüístico básico, de base genética, una especie de gramática universal que permite aprender la lengua materna en poco tiempo, y argumenta que las personas también nacemos con un patrón moral universal y que la cultura lo modifica y ajusta. Así, es universal que matar está mal, pero en algunas culturas la pena de muerte está aceptada. Hauser establece que, quizás, esa moral universal se basa en conceptos como la justicia, la proporcionalidad y la reciprocidad, entre otras cosas. "Debemos darnos cuenta de que nuestra sociedad no es algo inventado, tampoco las reglas morales, sino que son el resultado de la coevolución de nuestros genes y nuestra cultura. Los genes, en lugar de programarnos para hacer cosas concretas, nos han predispuesto para aprender", subraya Navarro.

Y en todo este proceso mucho tienen que ver los sentimientos. El portugués Antonio Damasio, Príncipe de Asturias de investigación científica y técnica en el 2005, es otro de los científicos que más luz han arrojado en el campo de la conducta humana y que ha intentado desentrañar el papel que tienen las emociones a la hora de tomar decisiones de índole moral. Para ello, junto con un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles, y Michael Koenigs, de la Universidad de Iowa, estudió a un grupo de personas que tenían dañada la corteza prefrontal ventromedial (VMPC) del cerebro, un área relacionada con la elaboración de juiciosmorales y que se activa, por ejemplo, cuando vemos fotografías de niños hambrientos o de mujeres que han sufrido malos tratos. También se enciende ante cosas positivas, como cuando llevamos a cabo una acción altruista. Damasio y Koenigs confrontaron a los voluntarios a diversos dilemas morales y vieron que estas personas, a diferencia de quienes no tenían esa parte del cerebro dañada, no tenían ningún tipo de remordimientos ni se sentían culpables cuando optaban por sacrificar a una persona para salvar la vida de varias. 

Quizás, consideran los expertos, estos sentimientos procedan de antiguos mecanismos que facilitaron a nuestros antecesores la creación de lazos sociales y la cooperación colectiva, básicos para garantizar su supervivencia. Damasio señala que somos humanos porque nuestros antepasados aprendieron a compartir su comida y sus habilidades en una red de compromisos que se cumplían. Si podían compadecerse ante el sufrimiento ajeno y prestar ayuda a sus congéneres, parece lógico pensar que nuestros más antiguos predecesores tenían una capacidad moral innata. 

Para Scott Atran, antropólogo y director del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) en París, esa idea tiene sentido: la moral nació como una especie de pegamento social. "Necesitamos cooperar para competir –afirma–. Hace 200.000 años, nuestros antepasados necesitaban mucha proteína para desarrollar su cerebro y tenían que cazar mucho y, además, tenían que defenderse de otros grupos –había mucha rivalidad– y animales más fuertes que ellos. El ser humano llegó a ser su mejor presa y también su peor enemigo, y tuvo que aprender a cooperar para sobrevivir". Eso sí, remarca tran, "nuestra moral para cooperar está limitada al parentesco y al grupo. Si consideras que alguien no es de los tuyos, no lo ayudarás".

Por tanto, la moral habría surgido para beneficiar a la especie. Otorgaba ventaja a quienes la poseían respecto de sus competidores y era una garantía para quienes formaban parte de esas comunidades. Los individuos que no observaban comportamientos morales eran expulsados del grupo y fuera de él tenían escasas posibilidades de sobrevivir y reproducirse, por lo que sus genes tendrían pocos números de pasar a la siguiente generación. "De ahí que en nuestros genes haya inscritos principios universales de colaboración o de penalización ante conductas perjudiciales para la comunidad", señala Arcadi Navarro.

Pero ¿cuánto tenemos que remontarnos en la cadena evolutiva para hallar a los primeros individuos que albergaron cierta noción de lo justo? Eso es lo que tratan de averiguar en la Universidad de Viena, donde han realizado una serie de experimentos con mamíferos y han comprobado que si, por ejemplo, recompensas a un perro cada vez que hace un truco, éste lo seguirá haciendo. Pero si lo hace bien y recompesas a otro perro, el animal se siente decepcionado: lloriquea, deja de colaborar y no te mira a la cara. Los monos se comportan de modo similar. "Hay un experimento en el que a un mono se le da un pepino y a otro, uvas. El mono al que le ha tocado el pepino mira su premio y el del otro mono y, enfadado, reacciona tirándolo a la cara del tipo que hace el experimento; después se vuelve, se cruza de brazos y les da la espalda. 

Se siente indignado: a él le toca un pepino y al otro... ¡uvas!. "¿Es eso sentido de justicia? –se pregunta Atran–. Seguramente sí". Hauser ha dado una vuelta de tuerca y ha logrado atisbar comportamientos éticos o morales en animales. Ha visto, por ejemplo, que ciertos primates evitan comer si eso implica que un compañero recibe dolor. "Los animales cooperan, por ejemplo, para cazar y capturar –explica Navarro–.Y tienen muestras de altruismo, de reparto identifica de comida. También demuestran actitudes que vemos en sociedades humanas: después de una lucha entre dos individuos, un subordinado y un dominante, ambos se abrazan para reconciliarse y tranquilizar al resto. Pero hay una cosa que parece sólo nuestra, la capacidad de correspondencia: ‘Yo te doy algo a ti hoy y dentro de un tiempo túme lo darás a mí’".Osea, nada de altruistas porque sí. Hoy por ti, mañana por mí.

Vale, cooperadores, solidarios, y buenos por genes pero cuando uno enciende la televisión o lee un periódico, no deja de ver que se producen a diario asesinatos, violaciones, malos tratos, guerras... comportamientos para nada éticos ni morales. Resulta paradójico que el ser humano, capaz de conductas solidarias y altruistas, también pueda ser el artífice de crueldades inimaginables. Para Arcadi Navarro, desde hace un siglo "vivimos en un estado de excepción, al menos en Occidente". 

Este biólogo considera que desde que la revolución industrial se humanizó, la sociedad nos impuso nuevas reglas morales. "¡Lo normal es lo que ocurre entre hutus y tutsis! Que es lo que ha pasado siempre en la historia de la humanidad. Basta ir a un museo de historia y contemplar algunos de los intrumentos de tortura para darse cuenta. Tenemos que ser muy conscientes de que hemos sido entrenados por nuestra sociedad de forma extraordinaria para que esto no ocurra". 

Atran apunta que "sólo somos morales con quienes creemos que forman parte de nuestro grupo. Que la esclavitud o el canibalismo, por ejemplo, vayan contra la naturaleza es totalmente falso. Durante 200.000 años han existido, eran algo corriente para el ser humano. Si miramos las escrituras sagradas de cualquier cultura, te dicen que seas bueno con los de tu grupo. En la Biblia se dice que no matarás al otro, sí, pero en el Antiguo Testamento, en el Libro deMalaquías, en el Deuteronomio, no sólo matas al otro, sino también a sus hijos, a sus animales. Lo aniquilas todo. Dios dice: ‘Con mi espada voy a devorar la carne de esos tipos’.

Alisha, el profeta, estaba con unos niños que lo están ridiculizando y Dios entonces envió un fuego y los quemó. Jesús dice: si no estás conmigo, estás contra mí. No fue hasta el siglo de las luces que en Europa se impuso la idea de humanidad como grupo y se nos inculcó que todos pertenecemos a ese mismo grupo. Pero eso no es innato. Tenemos una parte moral para cooperar aunque es muy limitado al parentesco, al grupo, pero nada con extraños. De ahí muchos de los conflictos que hay hoy en día".

Eso no quiere decir que tal como decía Hobbes y se ha repetido hasta la saciedad, el hombre sea un lobo para el hombre. "¡Se ha demostrado que no es cierto! –dice Navarro–. Pero durante miles de años de humanidad hemos ido montando civilizaciones basadas en los prejuicios de moda: que si el hombre era malo, que si el sistema político debía controlarlo y castigarlo... Pero nada estaba basado en la evidencia. Si algo estamos aprendiendo hoy es que los humanos no somos como pensábamos. No somos ni especialmente buenos ni esencialmente egoístas. Saber esto es nuevo y sorprendente, y puede abrirnos caminos de investigación. En realidad, no nos conocemos"
.


J.J Rousseau

Nació en Ginebra en el año 1712 y murió en  Ermenonville en el año 1778.



Sus libros más importantes fueron 


        -Del contrato social (1762), Rousseau intenta articular la integración de los individuos en la comunidad; las exigencias de libertad del ciudadano han de verse garantizadas a través de un contrato social ideal que estipule la entrega total de cada asociado a la comunidad, de forma que su extrema dependencia respecto de la ciudad lo libere de aquella que tiene respecto de otros ciudadanos y de su egoísmo particular. La voluntad general señala el acuerdo de las distintas voluntades particulares, por lo que en ella se expresa la racionalidad que les es común, de modo que aquella dependencia se convierte en la auténtica realización de la libertad del individuo, en cuanto ser racional.
          -Emilio o De la educación (1762) es una novela pedagógica, cuya parte religiosa le valió la condena inmediata por parte de las autoridades parisinas y su huida a Neuchâtel, donde surgieron de nuevo conflictos con las autoridades locales, de modo que en 1766, aceptó la invitación de David Hume para refugiarse en Inglaterra, aunque al año siguiente regresó al continente convencido de que Hume tan sólo pretendía difamarlo.

Homo Homini Lupus


Es una alocución latina que traducida significa "el hombre es un lobo para el hombre". Esta cita está referida al comportamiento y la interactuación de los seres humanos entre ellos,  al egoísmo natural de nuestra especie. Se puede aplicar a varios ámbitos como por ejemplo el laboral (el ascenso siempre conlleva una guerra abierta entre los aspirantes) y también al social  (peleas entre personas por demostrar " dominio u hombría" ) .

Estoy de acuerdo, porque todos los seres humanos somos egoístas por naturaleza porque la mayoría de las veces pensamos y hacemos lo que nos es mas conveniente para nosotros, y casi nunca pensamos en las consecuencias de lo que le puede pasar a los demás, con tal de conseguir lo que queremos.

El leviatán.


Leviatán es una bestia marina del Antiguo Testamento, a menudo asociada con Satanás, creada por Dios. El término Leviatán ha sido reutilizado en numerosas ocasiones como sinónimo hoy en día de gran monstruo o criatura. 

File:Destruction of Leviathan.png

Significa el estado. Y Thomas Hobbes publica en 1651 el Leviatán, En este libro, Hobbes establece su doctrina de derecho moderno como la base de lassociedades y de los gobiernos legítimos. Se ha dicho que el trabajo de Hobbes justifica filosóficamente la existencia del autoritarismoestatal y el absolutismo.

Thomas Hobbes

(Westport, Inglaterra, 1588-Hardwick Hall, id., 1679) Filósofo inglés. Estudió en el Magdalen Hall de Oxford, y en 1608 entró al servicio de la familia Cavendish a quien acompañó en sus viajes por Francia e Italia entre 1608 y 1610. A la muerte de su alumno, en 1628, regresó de nuevo a Francia para entrar al servicio de Gervase Clifton.
En dicho país permaneció hasta 1631, cuando los Cavendish lo solicitaron de nuevo. En 1634, acompañando a su nuevo alumno, realizó otro viaje al continente, ocasión que aprovechó para entrevistarse con Galileo y otros pensadores y científicos de la época. En 1637 volvió a Inglaterra, pero el mal ambiente político, lo llevó a abandonar su patria e instalarse en París en 1640.

Había hecho circular entre sus amigos un ejemplar manuscrito de sus Elementos de la ley natural y política, de los que, en forma de dos tratados distintos, se editaron dos partes en 1650. En París comenzó a publicar las distintas partes de su sistema, empezando con el De cive en 1642. En 1651 abandonó Francia y regresó a Inglaterra, llevándose consigo el manuscrito del Leviatán.


En 1655 publicó la primera parte de los Elementos de filosofía y en 1658, la segunda. Estas dos obras completaban la trilogía iniciada con De cive. Tras la restauración de 1660 gozó del favor real, pero las acusaciones de ateísmo lo llevaron a retirarse de la vida pública. Durante los últimos años de su vida hizo una traducción en verso de la Ilíada y la Odisea, y escribió una autobiografía en versos latinos.
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